lunes, 28 de septiembre de 2015

Reto: leer durante un año sólo libros escritos por mujeres




La mayoría de mis libros favoritos son protagonizados por mujeres. Así que después de leer este artículo, decidí unirme al reto de leer durante un año sólo autoras.

Porque si tiene razón María Barrios “las mujeres escriben más sobre mujeres. Hay más protagonistas femeninas, y como hay más, son más variadas, y como son más variadas, son más interesantes, más humanas, más de verdad”, entonces será fácil alejarme de mi lista de pendientes, que en su mayoría son hombres. 

Hice una lista de los libros que he leído escritos por mujeres. Al principio pensé que habían sido suficientes, pero al enumerarlos, no sólo eran escasos, sino que en su gran mayoría eran de mi Virginia. 

1.       Virginia Wolf: Las Olas, Una habitación propia, La Señora Dalloway, Al Faro, Los años, Momentos de vida, Diario de una escritora.
2.       Anäis Nin: Delta de Venus
3.       Mary Shelley: Frankenstein
4.       Laura Esquivel: Como agua para chocolate
5.       Simone de Beauvoir: La mujer rota y el segundo sexo
6.       Herta Müller: En tierras bajas
7.       Flora Rheta Schreiber: Sybil
8.       "Memorias de Adriano" de Marguerite Yourcenar (leyendo)
9.       Alice Munro: La vida de las mujeres
10.   Hannah Arendt: La Condición Humana
11.   Delia Rodríguez: Memecracia *(ya sé que no vale, pero soy fan)*

Nunca he leído a Wislawa Szymborska, Emily Brontë, Jane Austen, Rosario Castellanos, Dominique Aury, Sor Juana Inés de la Cruz, Elena Poniatowska, Isabel Allende, Agatha Cristie, Ana María Matute, Elfriede Jelinek (sólo vi la película de La Pianista)… y más… y más… y más…

Acepto muchas recomendaciones, las necesito. E invito a otros a hacer este tipo de ejercicio, y preguntarse, ¿por qué no he leído a tantas mujeres? La respuesta la tiene Virginia Woolf en “Una habitación propia”.

lunes, 14 de septiembre de 2015

¡Al diablo las dietas!



El pasado sábado fui por primera vez con un nutriólogo porque últimamente he estado aumentado de peso y estaba un poco harta de sentirme mal por no verme como cuando pesaba 45 o 48 kilos como en la universidad. Una verdadera idiotez.

Hace unos meses volví a ver a varias amigas que no veía en meses o incluso años. Muchas de ellas (no se sientan mal AMIGAS si van a leer esto, ustedes no tienen la culpa, es el estúpido sistema en el que hemos crecido y reproducido) después de abrazarnos, tímidamente me preguntaban ¿subiste de peso? o ¡te ves más llenita! ¡Ya no te ves tan flaca! 

Yo contestaba casi llorando ¡¡sí, subí de peso!! Ellas trataban de consolarme, diciendo que así me veía mejor. Pero poco a poco comenzó a resurgirme ese trauma que desde niña me ha acompañado a lo largo de los años, ¡estar gorda! 

Durante un tiempo –hipócritamente- les decía a las personas que ser gordo o flaco no tiene nada de malo, sólo es un atributo físico y que el  peso no debe de importar. Y no, no debe importar y sí todos tenemos derecho a defender nuestro cuerpo y aceptarlo tal cual es.

Pero yo había ido por ahí con la bandera de no importa cuánto peses, acéptate y bla, bla. Porque yo estaba delgada. Ahora que comencé a subir de peso, comencé a hacerme daño mentalmente y a llorar muchas veces frente al espejo porque no me quedaba mis pantalones XS o S ¡sí soy una imbécil!

Hoy, mientras comía me di cuenta que debo de aceptarme tal cual y que no puedo compararme con mi yo de los 20 años, porque no soy esa persona. Que mi nutrióloga es bastante mala y timadora si ella siendo una profesional de la salud, me ofrece una dieta para bajar más de 8 kilos, cuando mido 1.60 y peso 56 kilos. 

No tengo sobrepeso. Sí debo de cuidarme, alimentarme bien, hacer más ejercicio pero no tengo porque martirizarme por pesar 48 kilos. Y hoy, sin ser hipócrita, les digo al diablo las dietas y los estándares de belleza que nos hacen sentir mal con nuestro propio cuerpo. 


jueves, 10 de septiembre de 2015

La importancia de viajar



Viajar te cambia la vida. En un viaje se ponen en acción todos los verbos que uno conoce. Se ríe, se come, se explora, se siente, se busca, se divierte…incluso se llora, se pierde, se encuentra y se reinventa.

Viajar significa abrirse a otras mentes, culturas,  formas y estilos de vida diferentes. Permite reconocerse en un contexto extraño, pero también revelador y excitante. 

Todos debemos permitirnos viajar, todos debemos viajar. Para ampliar nuestra visión y experimentar nuevas y reconfortantes vivencias.

Viajar te cambia la vida porque te transforma en una versión mejorada y más crítica de ti mismo.

Aquel que no sueña con viajar, no sueña. Reír en Colombia;  admirar Machu Picchu; caminar en un pueblo mágico de México; navegar por el Atlántico; nadar en el Caribe; divertirse en Las Vegas; comprar en Nueva York; fumar en un coffee shop en Ámsterdam; beber cerveza en Bélgica; recorrer museos en Francia…son de los mejores momentos que he tenido en mi vida.



Soñemos y viajemos. La vida es demasiado corta para no vivirla.